miércoles, 15 de diciembre de 2010

Crisis, huelgas, sindicatos y demás seres.

     Me queda por decir lo que considero más importante. Ya veis que los enemigos no osaron hacernos la guerra hasta que apresaron a nuestros generales, pensando, sin duda, que mientras tuviéramos jefes y mientras nosotros les obedeciésemos, éramos capaces de vencerles en la guerra, pero que una vez presos aquéllos, la falta de mando y la indisciplina darán al traste con nosotros. Es preciso, pues, que los jefes ahora elegidos sean mucho más celosos que los anteriores, y los soldados mucho más disciplinados y obedientes a los jefes actuales que a los anteriores. Y si alguno desobedeciese, conviene acordar que quien se halle presente ayude al jefe para castigarle; de este modo se verán los enemigos engañados en sus esperanzas, pues hoy mismo verán diez mil Clearcos en lugar de uno solo, los cuales no consentirán a nadie que se porte cobardemente. Pero ya es hora de hacer las cosas; acaso los enemigos se presentarán en seguida; al que le parezca bien esto, que preste su aprobación cuanto antes y si a cualquiera se le ocurre algo, que lo diga; se trata de la salvación de todos.

Jenofonte (430 a.C. -355 a.C.). Anábasis.

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