¿Qué decís? ¿Que es inútil? Ya lo daba por hecho.
Pero nadie se bate para sacar provecho.
No, lo noble, lo hermoso es batirse por nada.
Aunque vengáis a cientos no temblará mi espada.
Y sí, ya os reconozco. Sois mis viejos rivales.
¿La mentira? Pues toma. Los pactos inmorales,
los prejuicios, la envidia... ¿Que si firmo una tregua?
¡Jamás! Ah, la idiotez, te conozco a la legua.
Sé muy bien que esta guerra me la vais a ganar,
pero vencer no importa. Lo que importa es luchar.
Edmond Rosttand (1897). Cyrano de Bergerac. Acto quinto. Escena VII.
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