viernes, 17 de diciembre de 2010

Cuando yo sea Hombre

Cuando yo sea hombre,
tendré una casa limpia
en cualquier lugar del mundo.
Una casa con su huerto...
y partiré la cosecha
con el hermano que pase.

!Oh, sí todos los hombres
tuviesen una casa con su huerto...!
Entonces,
no hubiera guerras, ni hambre,
ni pequeños descalzos
por el mundo.

Hay tierras que desde
el Norte hasta el Sur
son de un solo hombre.
Y millares de hombres,
que desde Oriente a Occidente
no tienen ni un puñado de arena
para sembrar sus sueños.

Cuando yo sea hombre,
me uniré a todos los que luchan
por Tierra, Pan y Paz
para los hombres.


Rosa Virginia Martínez (1915- 1983). Aroma.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Crisis, huelgas, sindicatos y demás seres.

     Me queda por decir lo que considero más importante. Ya veis que los enemigos no osaron hacernos la guerra hasta que apresaron a nuestros generales, pensando, sin duda, que mientras tuviéramos jefes y mientras nosotros les obedeciésemos, éramos capaces de vencerles en la guerra, pero que una vez presos aquéllos, la falta de mando y la indisciplina darán al traste con nosotros. Es preciso, pues, que los jefes ahora elegidos sean mucho más celosos que los anteriores, y los soldados mucho más disciplinados y obedientes a los jefes actuales que a los anteriores. Y si alguno desobedeciese, conviene acordar que quien se halle presente ayude al jefe para castigarle; de este modo se verán los enemigos engañados en sus esperanzas, pues hoy mismo verán diez mil Clearcos en lugar de uno solo, los cuales no consentirán a nadie que se porte cobardemente. Pero ya es hora de hacer las cosas; acaso los enemigos se presentarán en seguida; al que le parezca bien esto, que preste su aprobación cuanto antes y si a cualquiera se le ocurre algo, que lo diga; se trata de la salvación de todos.

Jenofonte (430 a.C. -355 a.C.). Anábasis.

martes, 14 de diciembre de 2010

¿Qué cojones hemos hecho?

Léalo en el blog del autor: ¿Qué cojones hemos hecho? Yo se lo agradecería.


Yo vivía al final de Madrid. Literalmente. Salía a la calle y un portal más abajo se extendía campos de trigo. Ningún edificio ni carretera. Vallekas, en el este de Madrid era el fin del mundo civilizado.

Había litronas entre 5 o 6 tipos que no juntábamos mil pelas (6 Euros). El costo había que ir a buscarlo a sitios jodidos, y nadie te lo ofrecía por la calle si no te conocía a ti o a tu hermano mayor. La gente de mi edad madrugaba y se iba a currar en un autobús donde se los asientos se rifaban, y tenias que pelear con las viejas para poder dormir unos minutos en el metro. Si un abuelo te llamaba la atención sabías que te podía caer la de dios, y bajabas la cabeza y levantabas el vuelo.

Los malos eran los 4 gambas de siempre, y siempre eran los mismos. Si los venias venir igual acababas a hostias, pero al día siguiente ya no se metían contigo. No salíamos los días de diarios para conseguir tener lo suficiente para salir el viernes y el sábado. No daba para más el tema. Quedábamos los domingos para jugar un partido de fútbol interminable, y no había copa, había un litro de cerveza bien frío que pagaba uno de los que perdía a uno de los que ganaba religiosamente. El fútbol molaba y a uno le ponían el apodo del que metía más goles, no del que ganaba más dinero y más anuncios hacía.

Los padres venían tarde porque hacían horas extras para sacar adelante a la prole de hijos. Las madres cuidaban de ellos, los llevaban al Cole, les daban enormes bocadillos de cualquier cosa y los volvían a mandar a la calle. Siempre sabían donde estábamos, y cuando alguno volvía con la cabeza abierta por la última batalla a pedradas le daban una colleja y le tiraban de la oreja. Los mayores en verano sacaban las sillas y se tiraban hablando hasta las tantas, y algunos dormían en la misma calle hasta que el sol los despertaba.

Escuchábamos rock en casettes, y cuando uno ganaba su primer sueldo se compraba unos Levis, unas John Smith y la ultima camiseta de los Maiden. Si tenía suerte y le daban paga se iba a Gandia de camping con 4 como él a desparramar con las guiris. Si no, siempre quedaban las acampadas en la sierra, donde para oxigenarse se llevaba mucho tabaco, Whisky segoviano, unas latas de La piara y mucho costo. Nada de Erasmus, ni de redes sociales, ni esas cosas. Con los colegas de siempre.

Era raro que la gente se matara con el coche, o con las motos. Las pelas no daban para esas cosas, así que tocaba tren, y autobús. No había Internet. Había campo y grillos. No había consolas, había balón. Poca discoteca, y mucho de bodega con botellines helados. Y mucha charla. Charla sobre todo. Las chicas, el curro, la vida y lo que uno sería de mayor y como serian las cosas.

Algunos viernes por la noche, en verano, miro por mi ventana y veo tantas grúas, tantos coches tuneados al límite conducidos por cerebros de 50 cm cúbicos. Tantos jóvenes metiéndose de todo y diciendo que están de fiesta cuando igual en 10 minutos se están abriendo la cabeza unos a otros por cualquier gilipollez. Niñas y niños disfrazados como el último mamarracho famoso que ha salido en la televisión 15 minutos por contar con quien folla. Tanta prisa y tanta frustración en la calle. Gente discutiendo por como pagar hipotecas, gente discutiendo porque no se puede ir de casa de sus padres. Gente discutiendo por todo

Seguramente ahora hemos avanzado de la hostia, y la gente tenga oportunidad de tener un conocimiento y el acceso a la biblioteca universal en forma de Google. Blogs y Youtube. Descargarse la música y las películas que uno quiera. Tuenti, y yo que se.

Mil cosas.

Incluso esté bien que tú leas esto. Pero yo me pregunto algunas veces si vale la pena.

¿Qué cojones hemos hecho? ¿Qué cojones?

lunes, 13 de diciembre de 2010

Dinero y conciencia: ¿A quién sirve mi dinero?

Charla ofrecida por Joan Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank, en la Escuela de Organización Industrial, el pasado 6 de mayo de 2010.




Como diría Versvs: Cada euro que gastas apoya algo, ¿sabes bien qué estás apoyando?

sábado, 13 de noviembre de 2010

La Puerta Abierta


Abre de par en par las puertas de tu casa. El mendigo que recorre la calle en demanda de pan, llegará a tu puerta con plena confianza. El niño que pase, volverá su inquieta cabecita y sus azules ojos hacia el interior de tu casa. El sol y la brisa, entrarán iluminando y perfumando todo. Y cada día, un visitante inesperado llegará a tu puerta y se llevará o te dejará algo para engrandecer tu existencia.

Si alguien tuviese sed y marchase fatigado en pos de agua; sin duda, llegaría a la última casa si esta fuese la única que permanece abierta. Los presidios y los manicomios están siempre cerrados. En las casas cerradas, parece que se retiene algo o se niega la entrada a alguien. La felicidad jamás toca la puerta ni llama a grandes voces. Llega donde la esperan y donde hay confianza plena. Entra sin llamar ni saltar tapias; y con mucho sigilo, acaricia los niños y despierta los botones en los rosales.

Si en tu lugar se incuban las sombras; se entumecen los cuerpos y se mustian las rosas porque tu puerta permanece cerrada; entonces, no esperes nada de la vida, ya que el ensueño, la felicidad y el amor, son dones maravillosos que no llaman ni esperan para entrar.

Abre tu puerta, para que todo aquel que la mire sin ir a pedir ni a darte algo, diga siquiera al pasar: ¡Aquí vive la Esperanza!

Rosa Virginia Martínez (1944). Motivos de la Vida.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Entre amigos

Es hermoso callar juntos;
más hermoso aún reír juntos,
bajo un cielo azul de seda,
apoyados contra el musgo del haya,
riendo afectuosamente como amigos, con una risa clara,
dejando ver el brillo de los dientes.

Si obro bien nos callaremos;
nos reiremos si obro mal;
y cuanto peores seamos,
cuanto peores seamos, más nos reiremos,
hasta que descendamos a la fosa.

Friedrich Nietzsche (1878). Humano, demasiado humano.