sábado, 14 de enero de 2017

Del favor y la arbitrariedad

En la cárcel Modelo de Madrid, uno de los presos le confía a un compañero de infortunio:
Creo que estamos salvados. Ese miliciano al que he saluda­do era camarero de mi casino. Tiene que estarme agradecido por las buenas propinas que le daba.
Llega el momento de una «saca» y el miliciano camarero lo señala:
A éste fusilarlo de los primeros.
Los milicianos arrastran al desdichado al paredón.
Cuando se marchan, el confidente del sentenciado comenta:
Menos mal que yo no tengo enemigos, porque nunca le he hecho un favor a nadie.


Juan Eslava Galán (2005) Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie.